¿Ahora me escribes cartas, Declan? Eso es nuevo. Pero si te vas a sincerar, entonces yo también. No tuve que detenerme a pensar si te quería o no, si quería estar contigo o no: apareciste así, sin más, y te pusiste delante de mí como si tuvieras a todo el puto mundo debajo de tus pies. Fue un error, y lo sabías. Sabías que dos lobos no podían compartir territorio, porque si no, se matarían entre ellos. Lo supiste desde el principio, no, ambos lo sabíamos y aun sí lo arriesgamos todo para terminar rotos. ¿Sabes lo mejor de todo? Que en aquel entonces, éramos nosotros contra el mundo; nosotros un millón, y el mundo cero. Una victoria siempre era más satisfactoria que un polvo, aunque no lo niego, Hawking, eras una máquina. ¿Practicabas mucho con las prostitutas de tu padre?