sábado, 7 de mayo de 2011

Porque dos lobos no comparten territorio; matan por él

¿Ahora me escribes cartas, Declan? Eso es nuevo. Pero si te vas a sincerar, entonces yo también. No tuve que detenerme a pensar si te quería o no, si quería estar contigo o no: apareciste así, sin más, y te pusiste delante de mí como si tuvieras a todo el puto mundo debajo de tus pies. Fue un error, y lo sabías. Sabías que dos lobos no podían compartir territorio, porque si no, se matarían entre ellos. Lo supiste desde el principio, no, ambos lo sabíamos y aun sí lo arriesgamos todo para terminar rotos. ¿Sabes lo mejor de todo? Que en aquel entonces, éramos nosotros contra el mundo; nosotros un millón, y el mundo cero. Una victoria siempre era más satisfactoria que un polvo, aunque no lo niego, Hawking, eras una máquina. ¿Practicabas mucho con las prostitutas de tu padre?

Me da igual si estás arrepentido o no, si las bestias como tú sienten algo más a parte de rencor; he terminado por odiarte, porque es lo que quieres que los demás hagan. Nunca quise que cambiaras, sé que la gente no cambia; pero siempre tuve un poco, sólo un poco de fe en ti. Ahora veo que no. Y yo sí me arrepiento de ello.